Querida mamá: Aun en tu vientre ya me amaste, cual ángel con paciencia noches de desvelo soportaste, y mientras me arrullabas imaginabas un mundo perfecto para mí; tus caricias me hicieron dulce, tus consejos me hicieron sabia, tu amor me hizo fuerte y hoy puedo decir que gracias a ti soy lo que soy.
Porque ser mamá es mucho más:
Es una mano fuerte que sostiene ante el primer paso dado temblando ante la vida; es un uniforme radiante para ir impecables a la escuela; es una sonrisa de orgullo ante un diploma recibido; es un pañuelo que seca las lágrimas ante algún fracaso; es la complicidad personificada ante esa figura dura que representa nuestro papá; es la compañía en los momentos duros; es el consejo ante un problema que nos aprieta el corazón; es la mejor abogada defensora de nuestras ilusiones y es también el adiós más doloroso de nuestra vida cuando Dios la llama al cielo…
Decir mamá es resumirlo en un nombre que guardaremos para siempre con nosotros, en la ternura, en el sacrificio, en las historias de cocina y nuestro plato preferido, en nuestra amiga más fiel y comprensiva…
Decir mamá es dejar que nuestra mente vuele hacia recuerdos añorados, es la tibieza, la sinceridad y la bondad resumidas en esas manos curtidas del trabajo de la casa… Decir mamá es decir amor…
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