Mamá:
Me llenas… Sí, lo haces con tu amor, tu cálido e infinito amor que siempre perdura, que siempre consuela, apoya, ríe, aconseja y que enseña.
Tu amor de madre me enseña a ser fuerte pero a la vez a no querer dejarte ir nunca. Me enseña a ser libre pero sin querer soltar tus cálidos brazos que todo lo protegen. Tus abrazos muestran el verdadero amor. Ese que nace sin verlo y simplemente se siente tan hermoso que se convierte en el amor más grande del planeta. Haces que el amor sea magnifico, inigualable y totalmente libre.
Me siento enamorar, sí… de ti, amada madre. Eres el amado ángel que llena de luz cada cosa que ves; iluminas con cada cosa que aconsejas, aclaras con cada cosa que enseñas, y arrojas luz a cada cosa que amas.
Uf, madre mía, ¡cómo amas! ¿De dónde sacas esa fuerza?, ¿de dónde amas tanto?, ¿cómo es que mientras más envejeces te haces más bella y amas aún más de lo que ya has amado?, ¿cómo lo haces para ser tan perfecta… para superar cada cosa que te propones? No lo sé. Pero espero, mamá querida, encontrar estas respuestas y amar tanto como tú lo haces.
Te amo madre, gracias por lo que soy.
Pero, gracias también por las cosas que no soy.
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