Señor, otro domingo está llegando a su fin y como es justo y acostumbrado, yo me acerco hasta Ti para alabarte, bendecirte y agradecerte por haberme cuidado y guiado en cada una de mis actividades.
Gracias Señor por cada momento que viví en este día, por las personas con las que compartí y por los alimentos que llevaste hasta mi mesa.
Gracias por darme fuerza y sabiduría para cumplir con mis obligaciones y gracias por darme tu abrazo y tu resguardo cuando me sentía triste o cuando me faltaban las fuerzas para mantenerme en pie.
Ahora que estoy a punto de irme a dormir puedo sentir todo tu inmenso amor y puedo comprender que cada situación que hoy enfrenté fue una hermosa oportunidad para crecer física y espiritualmente.
Es probable que este haya sido un día cansado, pero ya me dispongo a descansar con la certeza de que en esta noche Tú serás cuidando mi vida, mi familia y nuestro hogar.
Por favor cubre nuestra casa con tu manto, líbranos del mal que asecha, del enemigo malintencionado y de todos los peligros inesperados de la noche.
Amado Dios, te suplico que en esta noche nos abraces con fuerza y nos mantengas así por largo tiempo, pues nuestros corazones te necesitan y desean recibir la hermosa paz que solo da tu presencia. En tus manos pongo esta noche y el nuevo día que está por llegar.
Y mañana cuando los primeros rayos del sol asomen desde el oriente, te pido que mires nuestras obligaciones y nuestras necesidades, nos ayudes a ser mejores personas y nos des la fuerza y la conciencia necesaria para luchar con la fuerza de la fe y así en tu nombre, poder alcanzar nuestros grandes anhelos y vivir en alegría, bienestar, regocijo, salud, esperanza y prosperidad, Amén.
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